1.9 ML: Esta
observación parece algo inalcanzable. Uno se observa como separado de la
totalidad y parece ser ajeno a esta presenciación. En base a las ideas que
tenemos, solemos catalogar, discernir, separar, en fin, juzgar lo que
observamos y no accedemos a un mirar libre, ligero, plácido. ¿Por qué?
R.Malak: Cuando dirijo mi atención para certificar el
nivel de comprensión, observo que se queda inmóvil, silenciosa, y me pregunto
¿qué soy en suma? Existencia sin duda, soy la conciencia esencial y el reflejo
como conciencia centralizada. Centralizada en el cuerpo-mente-emoción. Solo que
se desconoce del ser esencial porque estamos permanentemente vueltos hacia
fuera, a la periferia.
Con la conciencia centralizada se aprende que esta
sostiene una cosa por vez. Esa característica provoca que se produzca la
identificación. Por ejemplo, sí privilegio lo sórdido, la armonía recoge lo
similar en vibración, y de igual manera cuando la atención es fijada en lo
bueno y santo, el proceso es similar. Esa condición determina cómo nos
presentamos hacia lo exterior. La atención, al ser fluctuante, se queda pegada
a veces en lo cotidiano y ocasionalmente en lo interior, de forma alternada.
Cuando se produce una insatisfacción con todo, sobreviene una investigación que
nos impele a descubrir la verdad.
El pensar es juzgar. En el instante en que uno piensa la
mente se mueve como un tren de datos, acarreando todo un pasado y proyectándose
al futuro. Por esa propiedad la mente se transforma en constructora del yo
virtual o funcional, su foco es exclusivamente hacia lo exterior. La mente es
llamada por diferentes nombres: mente, intelecto, memoria, etc., como
consecuencia de la diferencia en sus modos, y no debido a ninguna diferencia
real. El pensar es evaluar, es juzgar, no es posible pensar sin evaluar. ¿Cómo
voy a pensar en una flor sin evaluarla? En el instante en que comienzo a pensar
diré que es bella o que no es bella. Tendré que emplear alguna clasificación
porque el pensar es clasificar. En el instante en que he clasificado una cosa,
la he etiquetado, le he puesto un nombre, he pensado sobre ella.
Percibimos la existencia a través de este vehículo de
percepción y expresión y por todos los sentidos que tiene, el cual construye
una existencia como si fuera un reflejo en un espejo, mientras la existencia
real se muestra para el que quiera ver. Pensar es imposible si uno no juzga. Si
no juzgas, entonces permaneces simplemente consciente, pero no pones a
funcionar la máquina del pensar. Los antiguos sabios comparaban la mente con la
llama de una vela expuesta a una corriente de aire, vulnerable a todos los
vientos de las situaciones del día a día, así parpadeante, inestable y ávida,
siempre involucrándose en problemas que no le competen; con ello se provoca un
gasto permanente de energía en su constante proyección hacia afuera. Se puede
mencionar, como otro ejemplo, que la mente es como un mono encaramado en un
árbol, brinca incansablemente de rama en rama. Esta cualidad es conocida como
el salto del mono, y se dice así por la tendencia a aferrarnos a nuevas
identificaciones tan pronto hemos abandonado la anterior, como un mono que solo
suelta una rama cuando ya se ha asido a otra.
Un bello blog espiritual, felicidades :-)
ResponderEliminarTe invito al mío:
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Juntos por el despertar de la conciencia.
Un abrazo de luz.